Daniel Quinteros Rojas, delegado presidencial regional de Tarapacá
Cuando el capitán Arturo Prat y sus valientes hombres resistieron los últimos embates del acorazado Huáscar, los unía un objetivo común: la titánica tarea de sobrevivir e intentar vencer. De hecho, sus vidas estaban irreversiblemente unidas a su heroico destino; entendieron que esa era su única posibilidad. En la corbeta Esmeralda, frente a una embarcación más moderna, fuerte y veloz, Prat y sus marineros combatieron como un solo cuerpo.
Así como Prat y sus hombres enfrentaron un enemigo formidable, hoy nosotros enfrentamos desafíos igualmente grandes, aunque de una naturaleza diferente. Destaco este punto de la historia para abrazar las emociones que nos genera el Combate Naval de Iquique a quienes amamos y habitamos esta tierra. Pero también para invitar, en tiempos convulsos, a la profunda y necesaria reflexión que este noble episodio nos permite rescatar: la idea de que la voluntad y la unión son condiciones necesarias para enfrentar enemigos comunes.
Hoy, 145 años después de la histórica batalla que conmemoramos cada 21 de Mayo, sabemos que los adversarios de Chile no son nuestros países hermanos y limítrofes, sino en gran parte los grupos criminales y corruptos de todo tipo, que pretenden robarnos la seguridad pública, económica y social que tanto anhelamos. Esta contienda también es desigual, pero esta vez tenemos al viento del lado de nuestra bandera.
Nuestro blindado se llama Chile. Es un Estado soberano, timoneado por un gobierno que tiene y ha demostrado la convicción de superar los viejos dilemas y las nuevas amenazas. Hemos dispuesto recursos públicos detrás de objetivos comunes que permitan mejorar la calidad de vida de las personas, promoviendo el desarrollo económico, el empleo digno y la recuperación de espacios públicos, entre otros objetivos, sin dejar a nadie atrás.
Somos miles de conciencias y voluntades, habitantes de Tarapacá y de la patria, que creemos que la seguridad en todos sus ámbitos es una máxima para vivir en paz. No hay que dejarse confundir ni mucho menos dividir por quienes siembran el terror o persiguen réditos de corto plazo instalando el pánico y la desinformación. La unión hace la fuerza. No lo podemos olvidar.