Con el objetivo de potenciar y preservar su oficio, las maestras artesanas participaron de una formación de tres días, donde profundizaron en el cálculo de costos, las terminaciones, el control de calidad y los espacios de venta de sus obras, y los principios que promueve la fundación como miembro de la Organización Mundial de Comercio Justo.
Durante el mes de junio, 24 tejedoras aymaras de la localidad de Alto Hospicio se reunieron en una sede social de la comunidad para dar inicio a una formación de tres días. En esta formación, que se dividió en dos módulos -uno de productividad y otro de comercialización-, las maestras pudieron profundizar en conceptos asociados a las materias primas y los procesos productivos, además de ampliar sus conocimientos, en torno al uso de comercio electrónico y las plataformas digitales para la comercialización de sus obras.
Esta instancia de formación es parte del convenio “Capacitación y comercialización para preservar la artesanía tradicional de Tarapacá” ejecutado por Fundación Artesanías de Chile y financiado a través del Fondo Nacional de Desarrollo Regional (FNDR) del Gobierno Regional de Tarapacá. Este convenio contempla tres acciones que buscan apoyar la falta de ingresos y canales de ventas a las que se enfrentaron 313 artesanas aymara de este territorio durante la pandemia: 100 millones de pesos destinados a comprar sus obras, que serán vendidas en las tiendas físicas y online de la fundación; un plan de difusión que busca relevar el valor patrimonial de la textilería aymara; y este espacio de formación que, a la fecha, ha sido impartido para 76 maestras de las localidades de Pozo Almonte y Alto Hospicio.
“Estas instancias son un gran apoyo para nosotras, porque muchas veces no sacamos el valor real de nuestras prendas o no sabemos a qué valor vender. Esta formación nos permitió sacar costos, pero también valorar nuestras tradiciones y nuestra cultura”, dijo Rogelia Castro Flores, maestra tejedora de la Agrupación Machak Segura.
Uno de los principales hallazgos de esta formación, asegura Olyva Zepeda, Coordinadora Regional del programa “Capacitación y comercialización para preservar la artesanía tradicional de Tarapacá”, fue abrir un espacio de encuentro en el que las artesanas pudieron compartir sus experiencias de comercialización. “Esta instancia de reunión y conversación es valiosa porque, ante realidades similares, pueden conocer diferentes formas de abordar las mismas problemáticas, compartir sus vivencias y retroalimentarse con las experiencias de otras. Algunas artesanas tienen una forma pasiva de vender sus productos y otras son más activas, entonces es interesante hacer un análisis de lo que hacen y lo que no”.
Fue precisamente a partir de ese ejercicio, explica Jacqueline Hiriart, facilitadora del módulo de Productividad, que las artesanas pudieron establecer los conocimientos que les gustaría adquirir en este proceso de aprendizaje continuo. “Además de revisar en conjunto las herramientas y los procesos que realizan para la creación de sus obras, y los criterios de control de calidad por los que estas pasan antes de ser exhibidas en las tiendas, esta ocasión permitió levantar, de primera fuente, los requerimientos que tienen las artesanas de la región para optimizar su noble oficio”.
Uno de los principales requerimientos fue el interés de las maestras por profundizar sus conocimientos en torno al uso de plataformas digitales. “Crear páginas web o aprender tips para usar Instagram, por ejemplo. Yo no utilizo redes sociales porque me da miedo, mis hijos me ayudan”, cuenta la maestra Rogelia Castro. Además del uso de redes sociales para la comercialización de sus obras, las artesanas manifestaron su interés por adquirir más herramientas para mejorar la expresión oral -tanto en su discurso como en el uso de las imágenes-, realizar cursos de inglés y ampliar su formación en torno al origen de la cultura textil andina para la implementación de nuevos proyectos.
“Nos orientaron sobre cómo podemos trabajar como artesanas, qué nos falta aprender y cómo comunicarnos. Como mujeres aymara, hay muchas cosas que no sabemos: cómo desenvolvernos; los colores y símbolos de la artesanía; cómo inculcar estos conocimientos en las futuras generaciones”, reflexionó Elia Amaro Mollo, maestra artesana de la Agrupación Hija Migrante de Isluga, quien destacó la importancia de que estas instancias se mantengan como un espacio de formación continua: “Espero que estas formaciones sigan en el tiempo, para que podamos realizar pasantías y mesas de trabajos con otras organizaciones”.