Cada 10 de diciembre, el mundo celebra el Día Internacional de los Derechos Humanos, una fecha que conmemora la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948. Este documento histórico establece derechos inherentes a todos los seres humanos sin distinción de raza, género, idioma, religión, nacionalidad o cualquier otra condición. Para la nación aymara y otras comunidades indígenas del mundo, esta fecha es una oportunidad para reflexionar sobre los desafíos y avances en la protección y promoción de sus derechos fundamentales.
La lengua aymara: un derecho cultural
La lengua aymara, hablada por un 35% de 3 millones de personas descendientes en Bolivia, Perú, Chile y Argentina, es un símbolo de identidad, resistencia y unidad para la nación aymara. Sin embargo, su supervivencia ha estado amenazada por siglos de marginación cultural y políticas de asimilación. La preservación y revitalización de esta lengua no es solo una cuestión de cultura, sino de derechos humanos.
El derecho a usar y transmitir la lengua materna está reconocido en instrumentos internacionales como el Convenio 169 de la OIT y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Estas normas exigen a los Estados garantizar que las lenguas indígenas sean valoradas, promovidas y enseñadas, especialmente en las escuelas.
En el contexto aymara, iniciativas como la creación de diarios, libros, aplicaciones y materiales educativos en lengua originaria representan pasos esenciales hacia la restauración de la dignidad cultural. Pero aún queda mucho por hacer, ya que muchos descendientes desconocen su idioma debido a políticas históricas de represión cultural.
Derechos económicos, sociales y políticos de la nación aymara
Más allá de la lengua, la nación aymara enfrenta desafíos significativos en otros aspectos de los derechos humanos. En las zonas rurales y urbanas de regiones como Tarapacá, la población aymara lucha por acceder a una vida digna, en igualdad de condiciones.
Proyectos como la creación de mercados artesanales, centros de sanación y espacios de promoción cultural son ejemplos de cómo el desarrollo económico puede ir de la mano con el fortalecimiento de la identidad cultural. Sin embargo, esto requiere de políticas públicas inclusivas y de un enfoque de derechos humanos que respete la autonomía de los pueblos indígenas.
En el ámbito político, el reconocimiento pleno de los pueblos originarios como actores fundamentales en las decisiones que afectan su territorio es crucial. El empoderamiento político y la participación activa en la vida pública son derechos inalienables que aún enfrentan obstáculos en muchas regiones.
Reflexión global y compromiso local
En este Día Internacional de los Derechos Humanos, el llamado es a la acción y a la reflexión colectiva. Los derechos humanos no son abstractos ni ajenos; son realidades que se construyen y se fortalecen desde el respeto a la diversidad cultural, el acceso equitativo a oportunidades y la protección de las identidades indígenas.
Para la nación aymara, celebrar este día es un acto de reivindicación y esperanza. Es una oportunidad para exigir justicia histórica, promover la educación intercultural y construir un futuro donde las generaciones venideras hablen su lengua, practiquen su espiritualidad y vivan con dignidad en un mundo que valore su herencia milenaria.
El compromiso con los derechos humanos implica reconocer y respetar a los pueblos indígenas como parte integral de nuestras sociedades, garantizando que su voz sea escuchada y su cultura, preservada. Solo así podremos avanzar hacia un mundo más justo y solidario para todos y todas.
Alianza Mundial Aymara – AMA
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